Organizaciones Talentosas

La cultura de liderazgo establecida promueve la satisfacción y la lealtad o la insatisfacción y la rotación laboral, lamentablemente del mejor personal.

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Un líder que promueva la participación en la toma de decisiones, un líder que informe regularmente los resultados de la gestión organizacional y particular del área de trabajo, un líder que valore el buen desempeño, un líder que promueva la comunicación constante y un líder que se informe de aquellos aspectos por mejorar en su relación con la gente a cargo, siempre tendrá un papel protagónico en la retención del personal.

Todas las organizaciones necesitan “lideres formadores de talento”, que permitan potenciar el conocimiento de su equipo de trabajo al máximo nivel.

Sin embargo, las organizaciones no cuentan con estructuras que permitan identificar y desarrollar las competencias requeridas por sus líderes, y más bien relegan esta responsabilidad estratégica, en manos de personas que no cuentan con la visión estratégica requerida para identificar las potencialidades organizacionales requeridas.

Para lograr con éxito una administración de desarrollo del conocimiento y las habilidades, es necesario definir lo que se quiere lograr, a través de una estrategia de gestión del talento práctica y a la medida.

La rotación de personal muestra en muchas ocasiones cuando el nivel de liderazgo no cumple con las expectativas de desarrollo del talento, y se convierte más bien en un obstáculo que no permite que fluyan pensamientos, ideas, aportes y al final, conocimiento.

Cuando el buen talento se nos va, podemos considerar como organizaciones que hemos fracasado en la retención de la “mejor gente” y que la competencia estará muy agradecida por esa debilidad demostrada.

Normalmente desperdiciamos el 90% de la capacidad del talento al no contar con una estructura que fomente el desarrollo de ese potencial hacia nuestra organización.

Nuestra responsabilidad como firma consultora organizacional, es servir de puente para implementar la estrategia deseada, alineando así lo que se dice que se hace y lo que se hace realmente, lo cual muchas veces reconocemos que no es coincidente.